A fines de 2017, un equipo de investigadores publicó un estudio exhaustivo sobre el origen genético de los habitantes de Chile, a partir de entrevistas y análisis de ADN de 421 voluntarios provenientes de 15 regiones del país.
El
trabajo fue realizado por Francisco Rothhammer y Macarena Fuentes-Guajardo, de
la Universidad de Tarapacá, junto a Giannina Puddu, de la Universidad de Londrés.
Los especialistas consultaron a los sujetos por su lugar de nacimiento, nivel
educacional, ancestría e información médica. Paralelamente, se sacaron muestras
sanguíneas para analizar su ADN mediante el protocolo de extracción de Lahiri y
Nurnberger.
Los
resultados obtenidos mostraron que ciertas conductas de los pueblos originarios
serían la causa de la composición y diversidad racial en Chile. De acuerdo a
los antecedentes, el territorio nacional fue poblado de norte a sur, mostrando
cercanías genéticas notables según cada zona geográfica.
En el
norte, hay nexos genéticos entre los quechuas, los aimaras y los atacameños.
Por otra parte, en el centro y sur se relacionan los pueblos pehuenches,
mapuches, tehuelches, huilliches, alacalufes, yaganes y onas. También se
constató influencia desde Argentina.
Así,
los investigadores determinaron que los grupos nativos viajaron a Chile desde
la Amazonía y el Gran Chaco Argentino, reproduciéndose y poblando el país de
norte a sur.
Aunque el origen genético de la “raza chilena” no ha sido exactamente confirmado, el estudio reveló la existencia de un factor nativo y europeo evidente. En promedio, cerca del 86% de los chilenos podría tener una madre nativa americana y un padre con ascendencia europea. Las mujeres tendrían un origen predominantemente étnico americano, mientras que los hombres contarían con orígenes europeos más marcados.
El estudio completo puede revisarse en este enlace: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-73562017000400635